Muchas veces para examinar una problemática, debemos prestar atención al entorno en el que se desarrolla y sus raíces. Para entender nuestra lectura, es importante tener en cuenta el aumento de trabajo informal que se da en Colombia, siendo casi la mitad de la población actual la que se encuentra bajo esta modalidad de trabajo. Lo anterior, teniendo en cuenta las recientes estadísticas presentadas por el DANE (Departamento Administrativo Nacional de Estadística).
Esto se debe a la incapacidad que tiene el sector formal para emplear con todas las garantías de ley a las diferentes personas potencialmente aptas para trabajar, a su vez, esta falta de contratación también se deriva entre otras, por la disminución de la inversión de otras regiones en nuestro país, la falta de crecimiento económico, la falta de incentivos al momento de estar en una empresa y no tener ascensos o remuneración económica acorde con el trabajo que se realiza, la disminución de oportunidades y quizá la más importante, la ausencia de reformas o regulación de normas laborales en nuestro país, que lleven a una disciplina o transparencia en los procesos de contratación y valoración de los diferentes oficios que hay.
Actualmente tenemos exceso de mano de obra, profesionales altamente calificados sin empleo, personas a las que les exige experiencia para un trabajo, pero si no tienen la oportunidad de ser contratados, ¿cómo se logra acumularla? En este punto es cuando notamos que, ante la no contratación formal por parte de las empresas y las necesidades diarias de cubrir los gastos básicos, las personas se ven obligadas a recurrir al sector informal vendiendo, ofreciendo algún producto o servicio y es aquí donde cabe mencionar la industria del sexo, siendo nuestro tema principal a tratar.
Este sector está compuesto de hombres y mujeres que realizan diversas actividades de índole sexual convirtiéndolo en un muy lucrativo negocio, se presenta a través de la pornografía, medios impresos, fiestas y prostitución, manejando y comercializando los “servicios” de manera personal o virtual.
Específicamente para este artículo, es importante destacar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la prostitución como toda actividad en la que una persona intercambia servicios sexuales por dinero o cualquier otro bien y es aquí donde distinguimos mujeres que ofrecen sus servicios sexuales, pero tienen una subdivisión dependiendo del nivel educativo, belleza física, intelectual, estrato y servicios que ofrecen.
Las chicas prepago, no están en las calles ofreciéndose o esperando que un cliente llegue, ellas tienen su vida “normal”, en ocasiones, su familia no es consciente de su trabajo y justifican algunos ingresos económicos mediante figuras de modelaje, son conscientes que es un trabajo temporal y tiene una “fecha de vencimiento”.
Ellas gozan de cierto modo, de un status más alto y con mejor remuneración, ya que entre sus servicios no solamente se encuentra el sexo, sino que también ofrecen servicio de compañía en viajes, eventos sociales, masajes y otros que requieren de mayor carisma, belleza, buena conversación y manejo de relaciones interpersonales. La idea es ir más allá del acto sexual y experimentar de cierta manera, algo similar a una relación afectiva, incluso, pueden tener remuneración no solamente por horas, sino por días o semanas, depende del cliente y las actividades que este tenga programadas, en su mayoría son contactadas de manera discreta a través de páginas web, catálogos o agencias de modelaje.
Por estos servicios han pasado personajes reconocidos de la industria, televisión, empresarios y políticos, de todas las edades y estilos. Ellas son conscientes que las más inteligentes pueden lograr un noviazgo y sacar mejor provecho en beneficio de su belleza, viajes, estudios y forma de vivir con ciertos lujos y regalos, su cliente termina siendo novio o “patrocinador” con una mujer hermosa para lucir y darle lo que merece.
El ser una mujer prepago, puede estar considerado como un empleo, así no se tenga un horario establecido, involucra tiempo con cierta flexibilidad, dedicación, mantenimiento, publicidad y desplazamientos para ofrecer un servicio de calidad.
Pero más allá de ver la razón del por qué lo hacen y en qué invierten el dinero que ganan, es relevante destacar que ellas hacen parte del grupo de trabajadores informales en Colombia y más aún, por su condición, no tienen ningún tipo de reconocimiento jurídico especifico por parte del Gobierno Colombiano, aunque muchas de ellas, tienen una vida estable con ciertas comodidades y sin pasar mayores necesidades.
Con el actual estado de alarma decretado por la OMS (Organización mundial de la salud) al declararse la pandemia y con ello, la cuarentena, estas mujeres han tenido disminución y casi invalidación de trabajo, ya que los clientes habituales no requieren de sus servicios por razones apenas obvias de un posible contagio de COVID 19, también por el incumplimiento de las normas de aislamiento ordenadas por el Gobierno actual y en otros casos, algunos de ellos están en casa con sus familias y se les hace muy difícil compartir tiempo y espacio. Sin embargo, algunos usuarios aun buscan aliviar su ansiedad derivada de la tensión por la pandemia y por la necesidad de permanecer en casa.
Entonces, ¿qué ha sido de ellas en esta época? Algunas de estas mujeres están en casa cumpliendo con el aislamiento preventivo, recordemos que gozan de “cierta” estabilidad económica, otras, han recurrido a las redes sociales y de una manera u otra, continúan ofreciendo sus servicios sexuales a través de una pantalla en miles de plataformas webcam, siendo quizás, una buena opción en este momento, ya que disminuyen el riesgo de contagio, de abuso o violencia y les permite monetizar su trabajo, tener horarios flexibles, premios, pagos cumplidos bien remunerados y lo mejor de todo, sin contacto físico siendo una actividad casi inmune al coronavirus.
De otro lado, los administradores de estos sitios webcam amparan su negocio afirmando que se trata de una actividad voluntaria por parte de las mujeres que participan, tienen conocimiento del trabajo, cuentan con la mayoría de edad, no están poniendo en riesgo su salud convirtiéndose en una fuente beneficiosa de trabajo para ambas partes.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que, en algunos casos, la falta de control y regulación de esta actividad comercial se presta para vulneraciones, extorsiones y acosos por la viralización de algunos de sus videos en las diferentes redes sociales.
La realidad consiste en ver que acorde con los nuevos informes dados por Digital 2020 en asociación con We are social y Hootsuite, más de dos mil usuarios estarían conectados al mismo tiempo y muchos de ellos, entrando a este tipo de plataformas sexuales haciendo que el negocio sea cada vez más rentable y las mujeres prepago sigan presentes, pese a las justificaciones muy debatibles respecto a la actividad que realizan. Este es un trabajo en cierta forma, sofisticado y sin visión futura de desaparecer, todo lo contrario.